SNAKE EYES. DOBLE UNO: MALA SUERTE A LOS DADOS

La expresión "Snake Eyes" se usa en el juego de los dados para nombrar el doble uno, la puntuación más baja. La película me había llamado la atención en tiempos de su estreno, sobre todo por un comentado largo plano secuencia en su inicio, a través de las gradas alrededor del cuadrilátero donde se celebra un combate de boxeo. Nicholas Cage como cabeza de cartel, con uno de sus papeles más histriónicos y "dopados" si cabe, se rodea de un solvente Gary Sinise y de la actriz Carla Gugino como damisela en apuros a la vez que heroína "soft", en un papel bastante poco desarrollado.

La película tiene algunos elementos hitchcocknianos muy del gusto de De Palma y alguna propuesta visualmente interesante, como la partición de la pantalla para mostrar acciones simultáneas. La música de Ryuichi Sakamoto se encarga de acentuar el toque Hitchcock, añadiendo un suspense que se echa en falta en el argumento del film.

Si bien la propuesta de reconstruir los hechos desde diferentes puntos de vista, volviendo una y otra vez atrás mediante flashbacks o utilizando las cámaras de seguridad de las instalaciones donde se celebra el combate (un edificio junto a un hotel y casino de Las Vegas), es un punto de partida atractivo, creo que la trama pierde interés muy pronto, primero porque más o menos se va oliendo el pastel y segundo, porque el propio guión no mantiene el pulso al espectador y deshace el nudo muy pronto. Otro elemento desaprovechado y muy Hitchtcock está en la visión borrosa de uno de los personajes al perder las gafas y verse perdido y desorientado en medio de un casino donde la policía, los malos y los conspiradores no permiten que salga nadie y no está muy claro en quién se puede confiar.

Pese a todo, y como se ha dicho; Snake Eyes, doble uno, una cagada, vamos. 5, pasable.

FILOSÓFICA Y PERTURBADORA VERSIÓN DEL VAMPIRO

Película extraña, cruda, y voluptuosa que recorre el género y lo pasa por la batidora posmoderna.


Lily Taylor compone un personaje siniestro, que parte de la inocencia y el asombro ante la maldad, pero que evoluciona hacia el relativismo moral, a la decadencia y el entendimiento de la naturaleza humana como generadora del mal. 

Si bien esta actriz ha venido interpretando a personajes atormentados, raros o marginales -la perturbada y clarividente Valerie Solanas en Yo disparé a Andy Warhol (Mary Harron. 1996), una depresiva Ann en Cosas que nunca te dije (Isabel Coixet. 1996) o una sensible y tímida Nell en un título puramente de género como es The Haunting (Jan De Bont. 1999)-es sin duda el de esta película el más extremo, sádico y preclaro. 

El buen hacer interpretativo se completa con el trabajo de Annabella Sciorra y Christopher Walken, como dos alternativas vampíricas; la del autocontrol y la hedonista, con las cuales se confronta la protagonista. En el caso de Walken, únicamente con una escena consigue pintar un personaje con fuerza y trasfondo, sobrenatural y cercano a la vez. Annabella Sciorra tiene más minutos en pantalla para desarrollar su arquetipo y resulta seductora, cruel y determinante.

Ahora bien, la película no es lo que en un primer momento podría pensarse de ella. Indudablemente es un filme de vampiros independiente y distinto: las escenas de violencia son contadas, aunque crudas, la sensualidad, el sadismo, la hemofilia y el malditismo están muy presentes, y la condenación que supone el vampirismo a través de la adicción resuena constantemente en la historia, pero funcionan para explicitar referencias filosóficas (Kierkegaard, Sartre y otros) y construir una tesis sobre la naturaleza del mal y la condición humana.

El ritmo de la narración y la fuerza visual consiguen que el contenido conceptual de la película nos inunde y nos transforme, perturbándonos, aun desconociendo las referencias filosóficas; de esta manera la película podría funcionar también como un vampiro. La fotografía en blanco y negro oscila entre lo tosco y la potencia estética, con algunos momentos retro, autoconscientes, recreando una atmósfera opresiva y amenazante; incluso enfermiza y enloquecedora, lo cual nos puede llevar a pensar en la subjetividad de todo el relato.

Sin embargo, no creo que sea una película redonda más allá de su propio estilo. A falta de un revisionado, diré que es en el resultado estético, en la propuesta actual y la construcción de los personajes, donde me seduce realmente la película.
Le daré otro vistazo.

LA CASA DEL TERROR. TOBE HOOPER. 1981

Película de terror que arranca con guiños a La noche de Halloween (Halloween. John Carpenter, 1978) y Psicosis (Psycho. Alfred Hitchcock 1960), además de incorporar planos de La novia de Frankenstein (The Bride of Frankenstein. James Whale. 1935). 

Mediante este arranque, con un desnudo gratuito de la protagonista Amy Harper (Elizabeth Berridge), persiguiendo su travieso hermano, el pequeño Joey, la trama se presenta como la historia de dos parejas de adolescentes que deciden acudir a una feria ambulante. Pese a las advertencias de su padre (dos chicas desaparecieron hace un tiempo por los alrededores), Amy acompañada de su noviete Buzz, y otra pareja (Liz y Richie), curiosean por la feria, asistiendo a números de magia, visitando a una pitonisa o curioseando por la agujereada carpa de un show para adultos y desconfiando de los siniestros propietarios que anuncian las distintas atracciones en un atril, micrófono en mano, a la entrada; como en aquella en la que se exhiben animales deformes, bicéfalos y otros, incluso un repugnante feto sumergido en formol ("These are all creatures of God, ladies and gentlemen, not man... They are authentic and they are alive... alive, alive, alive...")

Los jóvenes, ávidos de experimentar y de llevarse a las chavalas al huerto, planean colarse en la casa de los horrores para, una vez que cierren, pasar la noche dentro, sin saber que el pequeño Joey, se ha escapado de casa y los ha seguido hasta la feria.
Pero algo se torcerá y dejará a los chavales a merced de un siniestro propietario y su hijo, el cual lleva la cara tapada por una máscara de Frankenstein...

El ambiente de la feria, las luces y las atracciones despierta cierta nostalgia y familiaridad, resaltando en lo casposo de algunos shows que se exhiben y en lo bizarro e inquietante de la muestra de animales. La pitonisa es retratada como una infeliz alcohólica que además puede prestar otros servicios (...), aunque tiene cierto halo de zíngara sacada de título antiguo de la Universal. Su personaje detonará involuntariamente la trama.

El diseño de la criatura no está nada mal, aunque la interpretación es algo aspaventosa y se desaprovecha la primera impresión, perdiendo a mi entender su fuerza como amenaza. En cambio el padre, propietario de uno de los shows de la feria, se revela como un personaje mezquino y falto de humanidad y no menos cruel que su monstruoso hijo.

La parafernalia del interior de la atracción genera esa nostalgia que Tim Burton utilizó magistralmente en Ed Wood y que aquí sin embargo resulta algo casposa, aunque se intente utilizar para causar algún sobresalto, este escenario está más bien desaprovechado.

Lo más interesante: La escena en la que los chavales presencian por las rendijas del suelo de madera un asesinato y la escena final que se resuelve en el subsuelo de la atracción, lleno de ruedas y mecanismos, además del momento en que la protagonista, Amy, trata de hacerse oír gritando a través de un enorme ventilador, al otro lado del cual, sus padres están recogiendo a su hermano Joey.

EL APARTAMENTO. FUNCIONA DE LA MEJOR MANERA EN BASE A UNA PLANIFICACIÓN PORTENTOSA

Las películas de Billy Wilder, cuanto menos, te dejan una sensación de trabajo impecable, bien hecho, y de un guión perfectamente llevado que funciona como un reloj. Se trata de apuestas seguras de entretenimiento y brillantes actuaciones. 
En el apartamento, vemos a un Jack Lemmon esplendoroso, rodeado de secundarios geniales encarnando a personajes impagables (Dr. Dreyfuss y su señora, los directivos que acosan a Baxter) y a una tierna Shirley MacLaine que encandila al espectador con su interpretación de Fran Kubelik y que se come la pantalla en sus enfrentamientos dramáticos con Jeff D. Sheldrake (Fred MacMurray).

Guión perfecto del propio Wylder e I.A.L. Diamond y puesta en escena sobresaliente en la historia de C.C. Baxter, a quién los directivos de la empresa asedian una y otra vez para que les preste su piso y puedan consumar sus infidelidades.
Metiendo el dedo en la llaga sutilmente para retratar el pecado original de una sociedad norteamericana y por extensión la occidental, que maquilla con convencionalismos y apariencias sus propias contradicciones (¿?).

La película funciona de la mejor manera en base a una planificación portentosa y no faltan elementos de suspense: "Hitchock definió una vez que el suspense era algo que conocía el espectador y desconocía el personaje. Wilder lo aplica aquí en una tragicomedia, y lo hace de forma asombrosa, como sólo él sabía hacerlo" (Blogdecine).

Escenas memorables como la partida de cartas en la cama, la reanimación de Miss Kubelik, el descubrimiento del espejo roto y su contrapartida en el espejo del baño de Baxter.

BESOS DE VAMPIRO. ATÍPICA PELÍCULA CON TRAZAS DE COMEDIA, HUMOR NEGRO, CINE FANTÁSTICO Y DRAMA DESQUICIANTE

Nicholas Cage interpreta a Peter Loew, un gestor editorial neoyorquino que se obsesiona con el hecho de creer haber sido mordido por un vampiro.

Ver a un Cage tan jovenzuelo en un desparrame tan fresco y todavía no manido, en mi opinión aporta más que resta a la película. Jennifer Beals aparece desbordando atractivo, sin demasiado desarrollo de su personaje. Como contraposición, María Conchita Alonso da vida a una secretaria apocada y tierna que sufre los acosos de Loew (Cage).
Parece haber mayoría de roles femeninos en toda la película: la primera novia de Loew, la fogosa amante vampírica (Beals), Maria Conchita Alonso, que no es más que una de las secretarias y la terapeuta a la que acude el protagonista.

Me llaman la atención los detalles que el contexto de la ciudad de Nueva York aporta a la película, con planos de Cage dando tumbos por las calles que parecen rodados como a cámara oculta.

Película con un enfoque original, escenas tan ridículas como demenciales, unos sugerentes planos y fundidos, cierto erotismo y ambiente nocturno ochentero. No falta un toque hitchcockniano y la referencia explícita a Murnau.

EL ANSIA

El Ansia (The Hunger, 1983. Tony Scott) tiene un estupendo arranque cuyo nivel por desgracia no vuelve a alcanzarse en toda la película. Lo más interesante sin duda es la visión del vampiro que ofrece y aunque hay potencial en la trama, su nulo desarrollo deja al espectador en unas ascuas que inevitablemente se acaban por extinguir. 

Adaptación de una novela homónima de Whitley Strieber (Communion. 1987), tiene momentos visualmente potentes, cierto recuerdo (cosas de hermanos) al estilo del primer Ridley Scott (Blade Runner, Los Duelistas), pero existe cierta saturación que hace que las propuestas estéticas chirríen, las escenas se alarguen, la trama se estanque, todo para llegar a un final que podría verse en un film clásico de la Hammer, o en un capítulo de Twilight Zone" o Historias de la Cripta.

David Bowie logra un exquisito personaje, centro magnético total de la película, para mi gusto mucho más que Catherine Deneuve.
Susan Sarandon está espectacular. Literalmente: me parece un bellezón y un carácter arrebatador que también le gana el pulso a la estática Deneuve.

En resumidas cuentas: muy original visión del vampiro actual, un arranque muy prometedor (Bela Lugosi´s Dead) y algún que otro hallazgo o detalle. Una trama muy desaprovechada aunque con cierto retrato del ansia de sangre como síndrome de abstinencia, infección vírica.

Genial Bowie y Sarandon, y Deneuve para mi gusto algo estática. Hay cierta escena erótica algo forzada, inspiración de no pocas situaciones futuras, amén de anuncios de detergentes, seguro.

BODY BAGS (BOLSA DE CADÁVERES). PRODUCTO TELEVISIVO, ENTRETENIDO Y DESENFADADO.

Body Bags (Bolsa de cadáveres) es una de esas cintas que reúne varias historias cortas que, como en la popular serie "Historias de la Cripta", son introducidas por un siniestro y a la vez cómico personaje interpretado por el propio John Carpenter. 

Las tres historias ponen a sus protagonistas en contacto con lo terrorífico, lo absurdo o lo sobrenatural; Una estudiante que realiza un turno de noche en una gasolinera, un hombre maduro obsesionado por su incipiente calvicie y un jugador de baseball que requiere de un trasplante de ojo tras un accidente.

Producto televisivo, entretenido y desenfadado, interesante para los que quieran completar la filmografía de Carpenter y que gusten de series como la nombrada Historias de la Cripta. 

Rodados con solvencia y con un planteamiento sencillo, los capítulos se dejan ver sin resultar un gran hallazgo. 

La primera historia (chica en la gasolinera), va en la línea del slasher y juega con el suspense y la ambigüedad de los paisajes urbanos desolados, lugares de paso de desconocidos y cruce de historias. En la segunda se adopta un tono más humorístico con tintes de ciencia-ficción fantástica que consigue un relato simpático pero sin más.
La última historia podría ser la mejor de las tres, partiendo del horror biológico, el extrañamiento y la desfiguración para llegar a un relato sobrenatural, protagonizado por un personaje desquiciado que pierde el contacto con la realidad tan del gusto de Carpenter (En la Boca del Miedo, Cigarette Burns, por ejemplo).